LA JUSTICIA

3er. sello: Un caballo negro

 

  5 Cuando el cordero abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que dijo: "¡Ven!" Miré, y vi un caballo negro. Y su jinete tenía una balanza en su mano.

 

  6 Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: "Un litro de trigo por un denario, y tres litros de cebada por un denario. Pero no dañéis el vino ni el aceite".

 

                                                                                   (Apocalipsis 6:5,6)

 

 

¿Cómo podemos hablar de justicia sin antes haber experimentado el amor?

  Sin amor es imposible la justicia, y cuando el amor existe ya no es necesaria.

 

  ¿Entonces?

 

  Tal vez sea precisamente este Arcano uno de los más importantes en este proceso de aprendizaje del AMOR. Tal vez una vez adentrados en él tengamos que poner en uno de los platillos de su balanza lo que  "no es" y en el otro "lo que sí es".

 


 

Tarot Aleister Crowley

 

(Del libro: "Manual para el Tarot Thoth de Aleister Crowley" de Gerd Ziegler)

 

El Ajuste

 

Palabras clave: Libra; equilibrio, armonía, compensación de diferencias, estabilidad, justicia.

 

   Esta carta representa a Libra, imagen fascinante de balanzas y del equilibrio del centro más profundo. Una joven (equivalente femenino de "El Loco") sostiene la gran Espada Mágica entre las piernas y mantiene su equilibrio parada de puntillas. Al obsevar la carta más detenidamente podrás ver que todo reposa sobre la punta de la espada. Sólo con un máximo de concentración y con la cesación de todo movimiento es posible crear este estado de equilibrio para todas las cosas. Incluso el pensamiento perturbador más fugaz haría que todo se tambaleara, y alteraría el equilibrio del universo.

   Los colores predominantes son el azul y el verde. El azul significa capacidad intelectual, o el poder de los pensamientos, las ideas y la sabiduría. El verde significa creatividad, o la capacidad de llevar a la práctica una idea. La espada dirigida hacia abajo expresa ideas parecidas. El poder del pensamiento (véase el "As de espadas") se ve en conjunción con la tierra y está obligado a servirla.

  Los hombros de la mujer equilibrista están cubiertos con las plumas de avestruz de Maat, diosa egipcia de la justicia. Su cara está enmascarada. Su mirada se dirige hacia dentro. De esta manera se vuelve receptiva a las ideas y directivas de las leyes internas.

  En la cabeza lleva la corona de Thoth, dios egipcio de la sabiduría. Las grandes balanzas cuelgan desde la corono, como símbolo de las leyes cósmicas del principio (alfa) y el fin (omega), pesando el universo.

   Esta carta simboliza el reto de integrar todos los extremos en nuestra vida cotidiana. Esto puede provocar estrés emocional en las relaciones, en el trabajo y la creatividad y en los asuntos de dinero. Es necesario gozar de un equilibrio y una estabilidad interior absolutos para que nuestras brillantes ideas caigan sobre suelo fértil. Si adoptamos esta actitud, las cosas se desarrollarán de manera que todo se mantenga en su lugar adecuado y se evalúe correctamente.

  Las tormentas de la vida amenazan continuamente con romper nuestro equilibrio. La frecuente oscilación entre la pérdida y la reconciliación con uno mismo es el proceso que nos enseña cómo podemos aprender poco a poco a buscar conscientemente el lugar de la claridad y la paz interior.

 

Interpretación: Obserbva con cuidado aquellas situaciones de tu vida diaria que tienden a pertubar tu estabilidad interior. Descubre las condiciones que te ayudan a encontrar tu armonía y ve incluyendo esta cualidad en más áreas de tu vida.

 

Pregunta: ¿Qué es lo que más te ayuda a encontrar y permanecer en tu centro meditativo? ¿Qué pasa si lo pierdes?

 

Sugerencia: Dedica unos momentos a la meditación regular para encontrar tu estabilidad interior. Respira hacia el centro Hara (una palma por debajo del ombligo) y céntrate ahí.

 

Afirmación: Estoy en paz en lo más profundo de mi ser.

 


 

Tarot Oswald Wirth

 

(Del libro: "La sabiduría del Tarot" de Elisabeth Haich)

 

La Justicia

 


  Volvemos a encontrar aquí a nuestra simpática Emperatriz, dotada de nuevos atributos. Su corona está colocada sobre una cofia roja, mostrando así que para ser equitativa tiene que trabajar con la fuerza de su espíritu del que ella lo empapa todo. El círculo del centro de la cofia es el símbolo del conocimiento de sí misma.

  La reina no tiene alas. Ahora no las necesita, puesto que no vuela por el espacio infinito de los cielos. Ha bajado a la tierra, al mundo activo, para practicar en él la justicia.

  Está sentada en un trono macizo que le proporcina una sólida base. A derecha e izquierda, el respaldo está adornado con cuatro botones amarillos sobre fondo rojo, es decir ocho botones, el número de esta carta. Si superponemos entre sí los dos platillos de la balanza, formamos también el número 8.

  El vestido está confeccionado con telas de distintos colores. El collarín rojo está adornado de blanco y, por debajo, la reina lleva una bluza azul lo mismo que en la parte inferior de las mangas. La falda es roja y sobre las rodillas tiene un gran manto azul cielo con el forro verde. Como ya sabemos, el rojo es siempre el símbolo de la espiritualidad y el azul el de la fe pura en Dios. Los adornos blancos significan la manifestación del espíritu por la pureza, el forro verde expresa la simpatía y la bondad hacia los otros. La parte superior de las mangas está formada de tiras verdes y amarillas, mostrando así que su actividad en el mundo activo está presidida por la bondad y la cordura.

  Su mano derecha lleva una gran espada. Ya no reina con el cetro, sino con una espada para el combate. Necesita un arma para hacer cumplir sin apelación sus decisiones y veredictos. Con frecuencia, es con la espada como tiene que resolver graves problemas, lo mismo que Alejandro Magno cortó el nudo gordiano. La espada representa también las facultades discriminatorias de la reina, que le permiten reconocer y separar los machos cabríos de los corderos del rebaño. La espada es el poder de discernimiento con el que la Justicia, después de haber sopesado todas las ideas, todas las palabras y todas las acciones, separa en el hombre lo falso de lo verdadero, para eliminarlo del ser.

  Su mano derecha mantiene una balanza con la que pesa todo aquello que es de su competencia. La gran cuestión es saber si encuentra algo demasiado pesado o demasiado ligero, si elige para conservar o para eliminar.

   El que en el peldaño del Vencedor se habia hecho consciente de sí mismo, en el plano de la Justicia debe poner orden en sí mismo de forma definitiva. Hasta ahora, su atención estaba enfocada hacia lo exterior. Acumulaba impresiones de la vida sin controlar la calidad de las mismas y cargaba con ellas su ser interior, parcialmente incluso su inconsciente, sin discriminación alguna. El hora, por tanto, de poner remedio. REcurre a los recuerdos inconscientes y, a sabiendas, sopesa las impresiones más pequeñas, para saber si vale la pena absorberlas o si todavía tienen que ser asimiladas. Para encontrar el equilibrio completo, tiene que poder armonizar todo lo que hay en él. Si algunos recuerdo le hacen todavía sufrir, debe descubrir la causa, explicar las razones de ese sufrimiento y así solucionarlo. Esos recuerdos serán ya sólo entonces una experiencia llena de enseñanzas de la que puede incluso alegrarse, pues este sufrimiento le habrá permitido hacer grandes progresos. Evoca de la forma consciente todas sus amistades y enemostades y analiza las razones de sus sentimientos. Este trabajo interior lo lleva a notables resultados. Hasta entonces, había aprendido mucho más de sus enemigos que de sus amigos, quienes, tal vez no eran siquiera verdaderos amigos. Sus enemigos no le escamotearon la verdad,d se la echaron en  cara. Sus amigos, por el contraio, no querían herirle y, por una delicadeza y un amor mal entendidos, se callaron sus defectos evidentes. Tiene que reconocer también que son muy pocos los amigos que han  sabido hacerle caer en la cuenta de sus defectos y sus errores, mientras seguían a su lado sin abandonarlo nunca. El les aprecia ahora mucho más y en su corazón y en su almas les queda eternamente agradecido.

  Mientras lleva a cabo este trabajo interior, cambian para él muchas cosas en el mundo exterior. Mientras estaba en el nivel de la séptima carta del Tarot era admirado por todos y unos y otros le pedían consejo. Muchos acudían a él para hablar de problemas interiores y psíquicos y seguir su orientación. Se había convertido en un centro de interés y vivía rodeado de personas que buscaban. Pues bien, ahora que se ha hecho realista actuando sin compromisos, tanto hacia sí mismo como hacia los demás, el número de los que desean escuchar sus verdades, sus consejos y enseñanzas se ha reducido de manera considerable. Entonces no había aprendido a callarse, ni sabía que algunas verdades no podían revelarse sin reserva a los que todavía no están maduros para escucharlas. Por eso se le consideraba sin corazón, intrasigente y frío. En lugar de callarse con prudencia, se había hecho cada vez más inflexible y daba su opinión sin contemplaciones. Esta intrasigencia produjo una cierta ruptura entre él y los que no podían entender los motivos de sus actos. El número de los que lo admiraban, de los que estaban de acuerdo con él en todo disminuyó sensiblemente a medida que avanzaba por el camino del discernimiento. De aquel amplio círculo, ya no quedaban más que algunos amigos. Después tuvo la oportunidad de sopesarlo todo en su interior, de ver y reconocer sus faltas hasta entonces ignoradas. Desde entonces, se hizo más sencillo y mostró mayor comprensión hacia los otros. Muchos se equivocaron sobre él y conviertieron su modestia objetiva en un tema de crítica. Sin embargo, honores y alabanzas cada vez le afectan menos. Su vanidad ha desaparecido. La satisfacción expresada por su voz interior, la voz de su Yo supresmo, tiene mucho más valor que las alabanzas de su entorno. Continúa, por tanto, su camino trabajando en sí mismo y sobre sí mismo.

   A este nivel de conciencia, el hombre acomete una limpieza general; trata de sopesar cada cosa y de dar un valor adecuado a sus experiencias. Avanza de forma sitemática y metódica, provocando un orden divino en el caos que antes reinaba en él. Todo lo que ha vivido hasta ese momento queda registrado y cada experiencia ocupa el lugar adecuado de acuerdo con su importancia real. Hace balance sin piedad de todo lo que ha hecho y lo que no ha hecho en su vida. Comprende lo que debió hacer y no hizo, y lo que hizo y no debio hacer. Continúa valorando sus actos: "¡Esto fue justo, aquello fue un error!" llega así a una firme decisión: "La próxima vez actuaré muchísimo mejor. ¡Que Dios me dé otra ocasión!"

   La octava carta del Tarot lleva el número 8 y la letra JETH. El 8 es el círculo divino que se refleja, por tanto es doble, símbolo del espíritu eterno. Coloquemos un círculo sobre un espejo y obtendremos el 8. El espíritu, única realidad absoluta existente, se refleja en el mundo de las apariencias materiales. Se manifiesta en la realidad subjetiva, por tanto pasajera, de este mundo. En la creación, esta conducta no tiene ni comienzo ni fin, es infinita. Por eso los matemáticos han elegido este signo como símbolo de la infinitud. Se dibuja de forma horizontal para que no pueda confundirse con un 8 ordinario. Lo mismo que el 8 que, de uno a otro círculo, continúa en la misma dirección hacia el infinito, el ser humano sale del círculo del inconsciente para entrar en el de la conciencia, hace surgir de ese inconsciente experiencias, aacontecimientos olvidados desde hace tiempo e incluso rechazados. Estudia, sopesa, valora sus experiencias, las analiza y las cataloga hasta que surja el orden el caos de su intimidad. Reconoce que todo lo que aparentemente vive en el mundo exterior, por tanto su  destino, no viene de fuera, sino que existe dentro de él. Si su suerte le desagrada, es él mismo elq ue debe cambiar, para que su destino le permita vivir experiencias placenteras.

  La mitología griega cuenta la bella historia de Narciso que se miraba en el agua y que, ignorando que aquella imagen era él mismo, seguía volviendo al agua para volver a encontrar al bello desconocido. Lo mismo ocurre con el hombre y su destino en el mundo exterior. No sabe que es sólo un reflejo de su Yo, de su espíritu. La cifra 8 es, por tanto, el reflejo del espíritu eterno en el mundo de las apariencias, de la quimera, en el mundo material.

  En la Cábala, la letra JETH corresponde al octavo Sefirot, Hod, que significa alabanza y magnificencia.

 


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